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Suena y no es música

Dicen que con dibujitos se puede describir todo. Ojalá y con las palabras se pudiera escuchar, sentir el placer de los sonidos cotidianos, descubrir en ellos la belleza y la sorpresa sin pensar ni relacionarlos con una imagen, y aunque hacerlo parece imposible, un segundo de éxito quizá sería fruto de la práctica frente a la música: dicen que jamás se olvida cómo andar en bicicleta.

Si con las palabras se puede describir todo, entonces en los sonidos también se podría leer y releer la cotidianidad de la maravilla diaria. Yair López es el cronista que con micrófono en mano y audífonos en oídos describe el mundo fuera y dentro, lejos y cerca de un embotellamiento, una jima, una charla de café, pólvora, tacos o una fiesta con mariachi lejos de los límites de la ciudad. A veces escucha la ciudad en el campo y otras veces se paraliza con el campo en medio de la ciudad.

Esto no es música, es sonido. No son trompetas desafinadas, son patos.

En este instante está usted leyendo, pero el proyecto de Yair López trata del sonido de cuatro pueblos o ciudades custodiadas por escenas, cosas, instantes, imágenes, letras y olores mediante el sonido, o simple sonidos extraños para quienes logren desconectarlos de sus referentes en Tapalpa, Tequila, Mazamitla y un extra que no es mágico en su título nobiliario pero sí cotidiano: Tonalá.

Dolores Garnica

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